Todo el mundo ha oído hablar del carácter independiente de los gatos. Su personalidad, aparentemente solitaria, a menudo complica su educación. Sin embargo, eso no significa que no puedan aprender ciertas normas o reglas de conducta básicas que hagan más llevadera de la coexistencia entre humanos y felinos.
La tarea de domesticar a un gato no es sencilla. Así lo demuestran la mayoría de los estudios realizados hasta hoy, ya que son frecuentes los cambios en la conducta de los gatos. Estos felinos tienen uno de los cerebros más desarrollados del mundo de los mamíferos, y por ello es difícil comprender por qué este animal no aprende como lo hace, por ejemplo, un perro. En realidad, esta incapacidad se debe a que los gatos son cazadores solitarios y, como están acostumbrados a vivir sin el apoyo en otros congéneres, no aceptan órdenes.
En las relaciones entre estos felinos no existe el concepto de orden. La única excepción es la relación entre madres e hijos.
A diferencia del perro, los gatos no intentan tener una buena relación con sus dueños y sólo aprenden lo que les interesa. Sin embargo, existen algunas pautas básicas que podemos enseñarle ya que disponen de una buena capacidad de aprendizaje. Existen dos campos fundamentales para orientar a nuestro gato: la mejora de la convivencia y los factores de seguridad para su vida.
Convivir cómodamente con un gato
Nuestro gato tiene que aprender a respetar a las personas con las que convive. Los puntos críticos que debemos tener en cuenta para hacer más llevadera la coexistencia hombre-gato son la utilización del cajón de arena, el rascador, el aseo general y la alimentación. Para que nuestro gato aprenda a utilizar correctamente el cajón de arena, es recomendable que lo dejemos en un lugar tranquilo y lo limpiemos correctamente. La materia fecal se debe eliminar diariamente y es necesario cambiar la arena una o dos veces por semana, dependiendo de la cantidad de piedritas impregnadas con orina.
Para impedir que nuestro gato arañe los muebles, se pueden poner obstáculos físicos, o bien cubrir el mobiliario con fundas de distintos materiales o rociarlo con ciertas feromonas felinas que se pueden encontrar en las tiendas veterinarias.
El aseo general, también, es uno de los factores primordiales sobre el que tendremos que trabajar. La aversión de los gatos al agua es conocida por todos, por ello, para evitar tener un gato adulto en casa que no seamos capaces de meter en la bañera, es conveniente comenzar a realizar actividades de aseo a una edad muy temprana. El cepillado, cortarle las uñas... son cosas que el gato debe conocer durante sus primeras semanas de vida, periodo en el que se produce su socialización.
Por último, el factor alimentación es también muy relevante para mantener la higiene en una casa con gato. A las cuatro o cinco semanas de vida, el gatito comienza a comer y es en este momento cuando debe empezar a consumir pienso. Así fijaremos sus gustos alimenticios cuando sea adulto y no aparecerá con presas muertas. De este modo no desarrollará el hábito de consumir comida cazada por él mismo.
Evitar los accidentes domésticos
Aunque los accidentes en un hogar son relativamente frecuentes, enseñar bien a nuestro gato puede evitarnos pequeños sustos. La curiosidad del gato está extremadamente desarrollada y también posee la capacidad de llegar a casi todos los lugares de una casa. Estos dos factores combinados hacen muy probable que nuestra mascota se lastime en algún momento.
Elementos como la cocina, la estufa, la lavadora... pueden ser muy peligrosos para la integridad de nuestro gato. Realizar un aprendizaje por condicionamiento negativo para que el gato no se suba a los electrodomésticos suele ser una medida eficaz. Por ejemplo, dispararle con una pistola de agua o un rociador en el momento que se suba, o poner una superficie que haga ruido al pisarla como papel de aluminio.
El vagabundeo del gato puede ser otro factor negativo para el buen estado físico de nuestra mascota. A partir de la pubertad -6 ó 7 meses de edad-, el gato comienza a realizar frecuentes excursiones para pasear, explorar territorio o buscar pareja. Cuando esto ocurre, corren el riego de sufrir un accidente traumático, una intoxicación, enfermedades infecciosas o parasitarias. El mejor consejo es impedir que el gato salga fuera de casa, pero existen otras alternativas como poner barreras físicas e incluso hay quien utiliza la castración para evitar las salidas de su mascota.